Entrenamiento parental

Durante la adolescencia, muchas familias se enfrentan a situaciones nuevas y complejas: cambios en el comportamiento de sus hijos, dificultades de comunicación, conflictos frecuentes o señales de aislamiento. En ocasiones, los padres sienten que han perdido la conexión que hasta entonces mantenían y no saben cómo actuar. El entrenamiento parental ofrece un espacio para reflexionar sobre estos desafíos y adquirir herramientas que permitan acompañar a los adolescentes con eficacia y respeto.

¿En qué consiste?

El entrenamiento parental es una intervención psicológica dirigida a padres y madres de niños y adolescentes. Su objetivo es fortalecer las habilidades parentales para mejorar la relación con los hijos y fomentar su desarrollo saludable. A través de sesiones individuales o grupales, se abordan temas como la comunicación efectiva, la gestión de emociones, el establecimiento de límites y la resolución de conflictos.

En ocasiones, no es posible trabajar directamente con el niño o adolescente: puede que sea muy pequeño, que no desee acudir a consulta o que la dinámica familiar requiera una intervención diferente. En estos casos, la terapia indirecta se presenta como una alternativa eficaz.

Este enfoque consiste en trabajar con los padres, proporcionándoles estrategias y herramientas para abordar las dificultades de sus hijos desde el entorno familiar. Los padres se convierten así en coterapeutas, aplicando en la convivencia diaria las pautas acordadas en las sesiones.

 

Este tipo de intervención es especialmente útil cuando:

 

  • El niño es muy pequeño: en edades tempranas, puede ser más efectivo trabajar con los padres que con el propio niño.
  • El niño o adolescente se niega a asistir a terapia: los padres se convierten en agentes del cambio. La modificación de la conducta problema se realiza de manera indirecta trabajando con los padres.
  • Se refuerzan las habilidades parentales para manejar situaciones complejas.

¿Cuándo es recomendable?

Algunos ejemplos:

 

  • Dificultades de comunicación: cuando las conversaciones se vuelven tensas o inexistentes.
  • Conductas desafiantes: presencia de comportamientos agresivos, desobediencia o rebeldía.
  • Cambios emocionales: aparición de tristeza, ansiedad o irritabilidad en el adolescente.
  • Problemas escolares: descenso en el rendimiento académico o conflictos con compañeros y profesores.
  • Transiciones familiares: separaciones, mudanzas o pérdidas que afectan la dinámica familiar.

¿Cómo se trabaja?

El proceso se adapta a las necesidades de cada familia, pero generalmente incluye:

 

  • Evaluación inicial: comprensión de la situación familiar y establecimiento de objetivos.
  • Sesiones de entrenamiento: aprendizaje y práctica de estrategias específicas para mejorar la interacción con el adolescente.
  • Seguimiento y apoyo: revisión de avances, ajustes necesarios y fortalecimiento de habilidades adquiridas.

¿Qué pueden esperar las familias?

Las familias que participan en el entrenamiento parental suelen experimentar:

 

  • Mejora en la comunicación: diálogos más abiertos y constructivos con los hijos.
  • Reducción de conflictos: disminución de discusiones y tensiones familiares.
  • Mayor comprensión mutua: mayor empatía y reconocimiento de las necesidades y emociones de cada miembro.
  • Fortalecimiento del vínculo: reestablecimiento de la confianza y el afecto en la relación padres-hijos.

En resumen: el entrenamiento parental ofrece herramientas concretas para mejorar la relación con los hijos y gestionar los desafíos que plantean la niñez y la adolescencia en determinadas situaciones. Y, por supuesto, es una decisión clave cuando el adolescente no quiere acudir a terapia: el trabajo indirecto con los padres es tremendamente efectivo.