Evaluación psicológica
La evaluación psicológica infantil es el conjunto de procedimientos a través de los cuales, el psicólogo examina de forma integral el desarrollo y bienestar mental del niño. A través de entrevistas, observaciones y pruebas, identificamos sus dificultades y fortalezas en áreas muy diversas. Podríamos hablar de una «revisión» del estado emocional, conductual y cognitivo del niño, equivalente a lo que sería un examen médico de su salud física.
¿Cuándo se recomienda?
- Cambios en el estado de ánimo o en el comportamiento.
- Dificultades para relacionarse.
- Miedos persistentes o reacciones desproporcionadas.
- Dificultades en el control emocional o en la conducta.
- Situaciones de duelo, separación, acoso escolar o cambios importantes en la vida del niño.
¿Qué áreas abarca la evaluación psicológica infantil?
- Emocional: cómo maneja sus emociones, nivel de autoestima, presencia de miedos, ansiedades, tristezas o irritabilidad.
- Conductual: patrones de comportamiento y autocontrol, por ejemplo si presenta rabietas frecuentes, impulsividad o agresividad inusual para su edad.
- Social/relacional: cómo se relaciona con otros niños y adultos, su adaptación al entorno (familia, escuela) y habilidades sociales para hacer amigos o cooperar.
- Atención y aprendizaje: capacidad de concentración, memoria, rendimiento académico, detección de problemas de aprendizaje o dificultades escolares.
- Lenguaje y comunicación: desarrollo del lenguaje, capacidad para expresarse y comprender a otros, posible retraso en hitos del lenguaje.
- Desarrollo cognitivo e intelectual: evaluación del nivel intelectual (por ejemplo, mediante tests de CI) y apreciación de habilidades cognitivas destacadas o por debajo de lo esperado (incluyendo la detección de altas capacidades o necesidades educativas especiales).
Todas estas áreas se evalúan integralmente, entendiendo que el niño es un ser en desarrollo donde lo emocional, lo conductual y lo cognitivo están interconectados. Por ejemplo, un problema de conducta puede estar vinculado a una dificultad emocional, o un bajo rendimiento escolar puede relacionarse con problemas de atención. La evaluación psicológica infantil permite obtener una imagen completa del menor en su contexto, considerando su etapa evolutiva y las influencias de la familia y la escuela.
¿En qué consiste?
- Entrevistas iniciales con la familia: para comprender el motivo de consulta y recoger información del desarrollo y contexto del niño.
- Observación clínica: ver cómo se expresa y se comunica, cómo juega, cómo responde en situaciones nuevas o guiadas.
- Aplicación de pruebas y cuestionarios: según la edad y las necesidades, se pueden utilizar instrumentos estandarizados que ayuden a entender aspectos emocionales, del comportamiento o de las relaciones.
- Informe de devolución: se explica a la familia, verbalmente y por escrito (mediante entrega del informe correspondiente), todo lo observado, y se orienta sobre los pasos siguientes.
¿Cómo es el proceso según la edad del niño?
Las técnicas de evaluación psicológica infantil varían según la etapa evolutiva del niño. El psicólogo ajusta su forma de trabajar, los instrumentos y la comunicación a la edad y nivel de desarrollo para obtener la mayor colaboración y datos fiables.
Edad preescolar (3 a 5 años aprox.)
La evaluación se realiza en un ambiente lúdico. A estas edades los niños tienen lenguaje limitado para expresar lo que sienten o piensan, por lo que el psicólogo utiliza juego, dibujos y observación como medios principales. Por ejemplo, es habitual invitar al niño a jugar en una sala con muñecos, juguetes y materiales diseñados para representar situaciones, mientras el profesional observa e interactúa de manera estratégica. A través del juego simbólico, el niño puede mostrar indirectamente sus preocupaciones o conflictos (lo que no puede decir con palabras tal vez lo exprese con una muñeca que «está triste» o un dibujo de un monstruo que le da miedo).
El evaluador también se apoya en padres y cuidadores como fuentes de información. Las primeras entrevistas se centran inicialmente en los padres. Estos relatan el motivo de consulta, el historial del desarrollo (por ejemplo, hitos como cuándo comenzó a hablar o caminar, enfermedades relevantes) y describen la conducta del pequeño en casa. Incluso detalles como qué juegos o juguetes prefiere el niño en el hogar pueden ser útiles: el psicólogo puede incluir esos objetos en la sesión para ayudar al niño a sentirse cómodo. Dado que un niño de preescolar tal vez ni entienda por qué lo llevan a «un psicólogo», es necesario ganarse su confianza: se suele explicar de forma muy simple que van a jugar un rato juntos. La observación directa es clave en esta etapa: el profesional nota cómo el niño se separa de sus padres al entrar, cómo reacciona ante nuevos juguetes, si mantiene la atención, cómo se comunica, etc.
Las pruebas formales son adecuadas a la madurez del niño: por ejemplo, escalas de desarrollo psicomotor, tests de inteligencia no verbales (como puzzles sencillos), o pruebas proyectivas de dibujo (pedirle que dibuje a su familia, una casa, un árbol, etc.). Todo se hace a modo de juego para que el niño no lo viva como un «examen». El tiempo de sesión suele ser más corto que con niños mayores, ya que a esta edad la capacidad de concentración es limitada (sesiones de 30-45 minutos máximo, a veces en varias citas cortas). En resumen, la evaluación es muy flexible, interactiva y apoyada en el juego para obtener información sin generar estrés en el pequeño.
Edad escolar (6 a 11 años, etapa de primaria)
Los niños ya tienen más capacidad de comunicación y pueden participar en pruebas más estructuradas. Ahora se combina juego y charla con actividades formales.
Los niños en edad escolar suelen comprender mejor por qué se les evalúa; el psicólogo puede explicarles con lenguaje sencillo que van a hacer algunas actividades para entender cómo ayudarle en aquello que le cuesta. Se recaba información de padres y maestros (cuestionarios sobre conducta, atención, estado emocional del niño en distintos ambientes), aunque muchos niños de edad ya pueden aportar su propia perspectiva, por ejemplo describiendo qué les preocupa o cómo se sienten en ciertas situaciones.
De hecho, existen cuestionarios de autoinforme adaptados para niños a partir de aproximadamente 8 años, donde ellos mismos responden (con ayuda si es necesario) sobre síntomas emocionales o sociales. Con los más pequeños, se recaba su opinión de forma oral mediante preguntas simples o dibujos, mientras que a partir de tercer o cuarto curso de primaria muchos alumnos ya pueden llenar formularios sencillos sobre sí mismos con opciones de respuesta (ej. «Me siento triste a menudo: Sí/No/A veces»).
Esta etapaes propicia para evaluaciones más formales: por ejemplo, tests de inteligencia infantil (WISC-V u otros) que requieren seguir instrucciones, tests académicos estandarizados para ver el nivel de lectura, matemáticas, escritura en comparación con lo esperado para su curso, pruebas de atención sostenida, etc. Los niños de 6-11 años suelen poder completar estas pruebas en sesiones tipo «juego/test» de alrededor de 45-60 minutos, con descansos. El psicólogo convierte las tareas en retos entretenidos para mantener la motivación, mientras mantiene la observación clínica: cómo responde el niño a los desafíos, si se frustra, si pide ayuda, su estilo de resolver problemas.
Un punto importante es que en estas edades muchos niños buscan aprobación, así que el evaluador se asegurará de explicarle que no hay respuestas «malas», porque no es un examen del colegio, sino una forma de entenderle mejor.