Autoinvisibilización: un fenómeno recurrente en la mujer adulta
Las altas capacidades femeninas siguen siendo esas grandes desconocidas. No es inhabitual que recibamos en consulta mujeres adultas que alegan sentirse ansiosas y desmotivadas. Se «quejan» de ser demasiado intensas, de tener serias dificultades para desconectar o de padecer continuamente el síndrome del impostor a pesar de sus buenos resultados profesionales. Lo curioso es que, en muchas ocasiones y pese a un potencial intelectual superior a la media, han pasado la mayor parte de su vida sin ser conscientes de sus altas capacidades. Este talento no fue identificado durante la infancia o la adolescencia, bien porque desarrollaron estrategias de camuflaje para no destacar, bien porque el entorno no supo reconocerlo. De hecho, se da la paradoja de que esa condición no suele pasar desapercibida en los hermanos varones —si los hay— de esas mujeres, quienes por lo general sí han sido diagnosticados.
Aunque las capacidades cognitivas no dependen del género, los datos muestran un sesgo claro en la identificación: los estudios señalan que las niñas representan aproximadamente un 35% de los casos diagnosticados de altas capacidades en edad escolar, a pesar de que la distribución debería ser equitativa. Esta infradetección inicial tiene consecuencias que se arrastran hasta y durante la vida adulta, provocando en muchas mujeres sentimientos de desconexión, frustración o una sensación difusa de «no encajar».
Factores que explican la invisibilidad en la mujer con altas capacidades
Muchas niñas interiorizan estereotipos culturales y de género que influyen en la forma en cómo perciben y gestionan su talento:
- Dificultades para priorizar, planificar y terminar tareas
- Sensación constante de caos mental o saturación
- Autoexigencia y perfeccionismo: tienden a exigirse estándares extremadamente altos. Un estudio llevado a cabo internamente por la tecnológica Hewlett-Packard reveló que las mujeres solo se presentaban a nuevas oportunidades laborales cuando creían cumplir el 100% de los requisitos, frente al 60% de los hombres. Sin duda, ellos son bastante más optimistas en lo que a autovaloración se refiere.
- Síndrome de la impostora: hasta un 70% de las mujeres con alto rendimiento profesional reportan en algún momento de su vida la sensación de no ser competentes, pese a lo innegable de sus logros.
- Estereotipos y roles de género: desde edades tempranas, la brillantez intelectual ha estado asociada culturalmente al género masculino. Según un estudio publicado en Science (Bian et al.), a partir de los seis años muchas niñas dejan de asociar la inteligencia a su propio género y pierden interés en actividades que perciben como reservadas a «personas muy inteligentes».
Señales para la autoidentificación
Algunas mujeres llegan a la edad adulta con la sensación persistente de «ir a contracorriente» sin saber por qué. Algunas pistas que podrían ser indicativas de esta condición:
- Pensar más rápido o de forma más profunda que las personas de su entorno.
- Aburrimiento o frustración ante tareas rutinarias.
- Tendencia a sobreanalizar situaciones y buscar un significado profundo en las experiencias.
- Necesidad de autonomía y espacios para desarrollar intereses intelectuales o creativos.
Consecuencias en la vida adulta
La falta de diagnóstico y apoyo temprano puede dar lugar, en la etapa adulta, a:
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Dificultades emocionales: ansiedad, baja autoestima, insatisfacción crónica o sensación de vacío existencial.
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Problemas de autorregulación: impulsividad, dificultades para priorizar tareas o gestionar la sobrecarga mental.
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Sobreadaptación social: mujeres que reprimen sus intereses intelectuales o creativos para mantener relaciones sociales «sin fricciones».
Dicho lo anterior, no todas las mujeres con altas capacidades desarrollan malestar. Muchas presentan trayectorias vitales estables y satisfactorias, aunque a menudo describen la sensación de «no haber llegado tan lejos» como les habría gustado.
Identificar y gestionar las altas capacidades
En la práctica clínica, es frecuente que la identificación de las altas capacidades en mujeres se produzca de manera indirecta, cuando acuden a consulta por síntomas de ansiedad, depresión o sensación de estancamiento vital. La evaluación neuropsicológica puede ser una herramienta útil para reconocer y comprender el funcionamiento cognitivo de estas personas, así como para diseñar intervenciones ajustadas que favorezcan el desarrollo de todo su potencial.
Algunos pasos clave:
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Diferenciar las verdaderas limitaciones de las barreras autoimpuestas.
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Revisar creencias arraigadas sobre el propio valor y la autoeficacia.
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Gestionar la sobrecarga cognitiva y emocional propia de un pensamiento rápido y divergente.
Conclusión
Reconocer y comprender las altas capacidades en la mujer adulta es el primer paso para tomar conciencia de que esa condición forma parte integral de su identidad. Es necesario construir un marco de referencia que le permita entender experiencias vitales pasadas y, sobre todo, favorecer una vida más coherente con sus necesidades, deseos y aspiraciones.