España: líder en tasa de repetición
Según el informe «Repetir no es aprender» (Save the Children, 2022), el 8,5% del alumnado adolescente o preadolescente español repite curso, frente al 3% o menos de la mayoría de países de la Unión Europea. Este dato no es anecdótico y refleja una tendencia persistente que merece ser analizada desde una perspectiva social y psicológica.
Alumnos repetidores e impacto emocional
Durante la adolescencia, las experiencias se viven con gran intensidad emocional. Esta intensidad responde a una etapa del desarrollo del individuo en la que el sistema límbico —a cargo de las emociones— está particularmente activo, en tanto que las regiones prefrontales del cerebro, responsables de la autorregulación y el pensamiento racional, aún están en proceso de maduración. Como resultado, los adolescentes experimentan las emociones —positivas o negativas— con una fuerza desproporcionada y tienden a reaccionar de manera más impulsiva ante situaciones que afectan su autoconcepto o su pertenencia grupal. Repetir curso implica, además de enfrentarse de nuevo a los mismos contenidos académicos, una ruptura con el grupo de iguales, sensación de fracaso y pérdida de la confianza en uno mismo. No es infrecuente la idea de «no valer», «no ser capaz» o «estar quedándose atrás».
Muchos adolescentes interpretan el suspenso como un juicio a su persona, no a sus circunstancias. Cuando llega la repetición, lo viven como una confirmación de ese juicio. Aparecen sentimientos de desmotivación, vergüenza, frustración o ansiedad y no es extraño que aparezca la idea recurrente de abandonar los estudios.
¿Es la repetición la mejor estrategia?
Muchos argumentan que repetir permite reforzar aprendizajes y castiga la falta de esfuerzo. Pero los datos recabados cada año y la propia experiencia clínica —que nosotras mismas observamos en el gabinete— revelan todo lo contrario: en la mayoría de los casos, repetir no mejora el rendimiento ni la actitud de alumno. Es más, puede agravar problemas existentes, en particular, si la solución a los malos resultados académicos se reduce a repetir el curso sin un plan de intervención específico.
Muchos adolescentes suspenden incluso habiéndose esforzado. Un mal resultado académico no es sinónimo de desinterés; muchas veces se debe a dificultades no detectadas: dislexia, problemas de atención, entornos familiares complicados, ansiedad, bullying, etc.
Hacer que el alumno o la alumna repita sin entender qué ha fallado nos anticipa los posibles resultados: en breve, volverá a fallar.
La importancia del grupo y del desarrollo social
Una consecuencia muy relevante de repetir curso en la adolescencia es la separación del grupo de iguales. Ser el mayor de clase, no coincidir con tus amigos, compartir aula con alumnos más inmaduros… Todo afecta al sentido de pertenencia y refuerza la sensación de aislamiento.
La adolescencia es la etapa en la que se consolidan los vínculos, los intereses, el estilo de vida y la autonomía. Romper este ciclo puede provocar un parón o una regresión en la adquisición de habilidades sociales básicas.
¿Cuándo tiene sentido repetir?
En casos muy concretos —por ejemplo, cuando hay un desfase madurativo evidente que interfiere con el aprendizaje y la integración social—, repetir puede ser beneficioso para el alumno, siempre y cuando esta decisión vaya acompañada de un plan de intervención específico: tutorías, adaptaciones y apoyo psicológico o pedagógico.
Repetir curso sin introducir cambios, recursos ni acompañamiento raramente da buenos resultados. En muchos casos, conduce al abandono escolar o convierte el aula en un espacio donde mantener al adolescente «alejado de la calle» y no de aprendizaje, lo que resulta desmotivador para alumnos y docentes. Una frase popular —atribuida apócrifamente a Albert Einstein— resume esta idea a la perfección: «Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo». No sigamos repitiendo lo que ya sabemos que no funciona.
Cómo acompañar a un adolescente repetidor
Alguna recomendaciones prácticas basadas en el sentido común:
- Escucha sin juzgar: que el adolescente sienta que no está solo.
- Explora las causas reales: ¿hay un trastorno de aprendizaje? ¿Factores emocionales? ¿Problemas externos?
- Valida su esfuerzo: muchos sienten que nada sirve si no se traduce en un aprobado.
- Aconseja apoyo psicológico: si aparecen síntomas de ansiedad, retraimiento o baja autoestima.
- Fomenta una narrativa constructiva: repetir curso no define al adolescente ni determina su futuro.
- Reconoce sus logros fuera del ámbito académico: talento artístico, compromiso social, habilidades prácticas.
- Evita comparaciones con otros estudiantes o hermanos: cada persona es única y merece respeto.
- Promueve metas realistas a corto plazo: los pequeños logros refuerzan la motivación y la confianza.