Multitarea o cómo reducir el rendimiento

Hombre con rulos en el pelo hablando por teléfono y usando el portátil mientras una niña le aplica maquillaje.

Multitarea o cómo reducir el rendimiento

El misterio del móvil desaparecido

Hace unas semanas se volatilizó mi móvil. Sabía que estaba en casa y que no me lo habían robado, así que no estaba preocupada en ese sentido. Pero cualquiera que haya perdido el teléfono, con tantísima información «imprescindible», sabe la molestia que esto supone.

Así que, tras pasarme prácticamente todo el día buscándolo y de poner de los nervios a la familia, obligándoles a hacer lo mismo, no me quedó más remedio que acudir al día siguiente a la tienda de telefonía para hacerme con otro.

Por eso, cuando hace un par de días decidí vaciar la nevera para la «limpieza profunda» a la que la someto todos los veranos, me llevé, no sé si la alegría o el disgusto, de reencontrarme con el dichoso móvil.

Allí estaba, al fondo, envuelto en brillante papel metálico como si de un trozo de mantequilla se tratase. Y eso -por lo que pude recordar al rehacer mis movimientos- era exactamente lo que había sucedido: mientras consultaba mi agenda del día, ojeaba unos informes, intentaba que mi hijo se tomase la leche (que odia) del desayuno, prestaba toda la atención que podía, dadas las circunstancias, a algo que mi hija me contaba sobre su profesora de física y recogía con celeridad los restos del desayuno, lo más probable es que lo hubiese envuelto en papel de aluminio pensando que se trataba de la mantequilla. El multitasking me proporcionó una buena dosis de malhumor, la perdida del tiempo invertido en una búsqueda infructuosa y el gasto en un móvil innecesario.

La gloriosa productividad

En tiempos en los que se glorifica la productividad, muchos adultos estamos convencidos de que la multitarea es sinónimo de eficiencia: responder un correo mientras atendemos una llamada, revisar un informe mientras ayudamos a preparar la cena o aprender inglés mientras tratamos de conciliar el sueño.

Pero por muy bien que nos suene esa idea, la ciencia revela una realidad diferente: hacer varias cosas a la vez disminuye notablemente el rendimiento y solo aumenta una cosa: la fatiga mental.

El mito de la multitarea

Se suele decir que los hombres tienen dificultades para realizar dos tareas a la vez, en tanto que las mujeres están preparadas para la multitarea. No hay pruebas científicas que demuestren una ventaja biológica entre sexos en este sentido. La aparente facilidad de muchas mujeres para gestionar tareas simultáneas tiene más que ver con factores socioculturales. El rol de cuidadoras, históricamente asumido, ha reforzado el desarrollo de habilidades como la automatización y la atención dividida.

Esto no significa que la multitarea sea una estrategia eficaz. Los estudios demuestran que, cuando realizamos tareas que requieren atención consciente, el cerebro no tiene la capacidad de procesarlas simultáneamente. Lo que hacemos es alternar la atención entre ellas a gran velocidad, con el consiguiente coste de precisión y tiempo.

Lo que dice la ciencia

Son muchas las investigaciones que documentan los efectos negativos de la multitarea:

  • El estudio Proceedings of the National Academy of Sciences de la Universidad de Stanford puso de manifiesto que personas que se consideran buenas en la multitarea tienen mayor dificultad para filtrar información irrelevante.
  • Según la American Psychological Association, alternar constantemente entre tareas reduce la productividad hasta en un 40 %, debido al tiempo que el cerebro necesita para reorientarse (lo que en psicología se conoce como «branching», es decir, la capacidad de retomar una tarea en el punto exacto donde la dejamos, sin necesidad de volver al inicio o reconstruirla desde cero).
  • Un artículo publicado en Nature concluye que el «coste de cambio» afecta a la velocidad de ejecución y a la calidad del trabajo, en forma de mayor número de errores y un procesamiento superficial de la información.

Por qué no podemos hacer varias cosas a la vez

El cerebro humano tiene recursos limitados de atención y memoria de trabajo. Si intentamos realizar dos tareas que utilizan las mismas redes neuronales, una interferirá con la otra. Esto ocurre, por ejemplo, cuando intentamos leer un texto y escuchar una conversación al mismo tiempo.

En cambio, pueden combinarse tareas que pertenecen a dominios diferentes (caminar mientras charlamos) siempre que una de ellas esté completamente automatizada. De lo contrario, la sobrecarga cognitiva es inevitable.

La falsa noción de eficiencia

La multitarea genera sensación de que avanzamos más rápido. En realidad, al alternar la atención entre tareas inconexas, activamos y desactivamos los sistemas cognitivos una y otra vez. Este proceso:

  • Provoca fatiga mental.
  • Reduce la capacidad de concentración y de retención de información.
  • Aumenta la probabilidad de errores.

Una alternativa eficaz

Priorizar una sola tarea y concentrarse en ella permite trabajar con mayor eficiencia y menos desgaste cognitivo. Esta estrategia se apoya en sólidos conocimientos en el campo de la neurocientífica que confirman la necesidad de proteger los recursos atencionales para llevar una tarea a buen fin.

Al dividir nuestra atención, sacrificamos precisión, eficacia y bienestar mental. Hacer una cosa y a continuación pasar a la siguiente sigue siendo, paradójicamente, la forma más rápida, eficiente y equilibrada de avanzar.