TEA en Adultos
El Trastorno del Espectro Autista (TEA) en adultos es una condición del neurodesarrollo que afecta principalmente a la comunicación social, la flexibilidad de pensamiento y la conducta. Suele ir acompañado de patrones repetitivos de comportamiento, intereses restringidos y dificultades para adaptarse a los cambios.
Aunque el diagnóstico se realiza, por lo general, en la infancia, muchas personas no son identificadas hasta la edad adulta, en particular, si sus síntomas son más sutiles o han desarrollado estrategias de compensación eficaces que enmascaran las dificultades.
Características comunes en los adultos con TEA:
- Dificultades en las relaciones sociales y la comunicación: pueden presentar problemas para interpretar el lenguaje no verbal, los dobles sentidos, el sarcasmo o las normas sociales implícitas.
- Intereses intensos o específicos, a veces inusuales o muy centrados en una temática concreta.
- Necesidad de rutinas o estructuras rígidas, con incomodidad o ansiedad ante cambios imprevistos.
- Hipersensibilidad o hiposensibilidad sensorial, por ejemplo, a ruidos, luces, texturas o sabores.
- Dificultades en la gestión emocional, que pueden dar lugar a ansiedad, depresión o aislamiento social.
- En algunos casos, alta capacidad intelectual en determinadas áreas (memoria, cálculo, lógica…), coexistiendo con importantes dificultades adaptativas.
Diagnóstico en adultos:
El diagnóstico del Trastorno del Espectro Autista (TEA) en personas adultas requiere una evaluación clínica especializada. Este proceso incluye entrevistas detalladas, observaciones clínicas, pruebas estandarizadas y la recopilación de información sobre la historia evolutiva.
En muchos casos, recibir un diagnóstico en la edad adulta puede marcar un antes y un después: permite una mayor comprensión de uno mismo, aporta validación personal y abre la puerta de acceso a apoyos y recursos adecuados para facilitarte la vida.
La terapia te ayuda a:
- Entenderte mejor. A veces, ponerle nombre a lo que sientes o vives puede ser un alivio. En terapia podrás conocerte más a fondo, entender tu forma de ser y por qué algunas cosas te cuestan más (o menos) que a otras personas.
- Sentirte más cómodo en tus relaciones. Si las interacciones sociales te resultan complicadas, lo trabajaremos juntos/as para que puedas comunicarte de forma más clara y sentirte más seguro a la hora de interactuar con tu entorno.
- Manejar el estrés y los momentos de sobrecarga. La vida puede ser muy intensa. En terapia aprenderás a identificar lo que te desborda y a emplear herramientas que te ayuden a rebajar ese estado de malestar.
- Crear rutinas que te hagan bien. Tener una estructura diaria puede darte tranquilidad. Juntas/os pensaremos en hábitos y cambios que encajen contigo y con lo que necesitas.
- Expresar lo que sientes sin sentirte juzgado/a. Este es un espacio para que puedas hablar con libertad, con respeto y sin máscaras. Tus emociones importan.
- Tomar decisiones con más confianza. Poco a poco, irás reconociendo tus fortalezas y lo que necesitas para avanzar con seguridad y hacerte con el control de tu vida.