Trastorno de adaptación

El trastorno de adaptación es una respuesta emocional o conductual desproporcionada ante un cambio significativo o un evento estresante en la vida de una persona. Aunque adaptarse a nuevas circunstancias es parte de la experiencia humana, en algunos casos, la dificultad para hacerlo puede generar un malestar intenso que interfiere en el funcionamiento diario.

Este trastorno puede manifestarse en adultos, adolescentes y niños, y suele aparecer dentro de los tres meses posteriores al acontecimiento desencadenante. A diferencia de otros trastornos del estado de ánimo, el trastorno de adaptación está directamente vinculado a un factor estresante identificable y, por lo general, los síntomas disminuyen una vez que la persona se adapta o el factor estresante desaparece.

Síntomas principales

Los síntomas del trastorno de adaptación varían según la persona y el tipo de trastorno, pero comúnmente incluyen:

 

  • Emocionales: tristeza persistente, ansiedad, sensación de desesperanza, irritabilidad.
  • Cognitivos: dificultad para concentrarse, pensamientos recurrentes sobre el evento estresante.
  • Físicos: fatiga, alteraciones en el sueño o el apetito.
  • Comportamentales: aislamiento social, disminución del rendimiento laboral o académico, conductas impulsivas.

 

En niños y adolescentes, los síntomas pueden incluir problemas en la escuela, comportamientos desafiantes o regresión en conductas previamente adquiridas.

Factores desencadenantes

El trastorno de adaptación puede estar causado por  numerosos eventos estresantes:

 

  • Pérdida de un ser querido.
  • Divorcio o separación.
  • Cambios laborales o desempleo.
  • Mudanzas o cambios de entorno.
  • Problemas de salud propios o de familiares cercanos.
  • Conflictos interpersonales o familiares.

 

La intensidad de la respuesta no siempre está relacionada con la magnitud objetiva del evento, sino con la percepción individual y los recursos personales para afrontarlo.

La terapia te ayuda a:

A través de la terapia, adquieres herramientas para gestionar el estrés y facilitar la adaptación a las nuevas circunstancias.

 

  • Terapia Cognitivo-Conductual (TCC): ayuda a identificar y modificar patrones de pensamiento negativos y conductas que dificultan la adaptación.
  • Terapia centrada en soluciones: se enfoca en identificar recursos personales y estrategias prácticas para afrontar el cambio.
  • Terapia interpersonal: aborda las dificultades en las relaciones personales que pueden estar contribuyendo al malestar.

 

En algunos casos, especialmente cuando los síntomas son más intensos, puede ser útil complementar la terapia con tratamiento farmacológico, como ansiolíticos o antidepresivos, siempre bajo supervisión médica.

El objetivo principal de la intervención es facilitar la adaptación al cambio, reducir el malestar emocional y prevenir la cronificación de los síntomas.