Cuando el miedo a la enfermedad lo impregna todo
Hace unos años, acudí a la boda de unos buenos amigos. Era un día especialmente alegre para todos los presentes, contagiados de la felicidad de los novios. Alguien me presentó a un familiar de la novia muy dicharachero. Enseguida congeniamos y entablamos conversación. A los pocos minutos de charlar sobre la boda, de lo bien organizada que estaba y de intercambiar ese tipo de comentarios habituales entre quienes acaban de conocerse, me vi inmersa en una larguísima enumeración de todas las enfermedades que padecía esa persona. Al cabo de un rato me despedí amablemente con el estado de ánimo bastante decaído. Supe después que su elevado grado de hipocondría era conocido por todos y que estaba afectando notablemente a su vida y a la de quienes le rodeaban.
Si estás leyendo este post, quizás llevas un tiempo sintiendo una preocupación constante por lo que pasa en tu cuerpo. Puede que un dolor leve o una sensación extraña en el pecho haya desencadenado horas —o días— de darle vueltas a la posibilidad de que sea algo grave.
Tal vez te hayas hecho revisiones médicas y los resultados sean normales… pero, aun así, la calma dura poco. Al cabo de unas horas, aparece un nuevo síntoma, una nueva duda y el ciclo vuelve a empezar.
Si esto te suena, puede que estés experimentando lo que la psicología llama trastorno de ansiedad por enfermedad (antes conocido como hipocondría).
¿Qué es el trastorno de ansiedad por enfermedad?
Este trastorno se caracteriza por un miedo persistente a estar enfermo, aunque no haya pruebas médicas que lo confirmen. Es como vivir en un estado de hipervigilancia corporal, pendiente de cada sensación o cambio físico.
Quienes lo sufren acostumbran a decir: «Probablemente no sea nada… pero no puedo dejar de pensar en que me pasa algo malo».
Esto no tiene nada que ver con ser «irracional». Se trata de un patrón de pensamiento y de emociones que se activa casi sin que te des cuenta y que termina afectando tu tranquilidad.
El ciclo que mantiene la ansiedad
Para calmar la inquietud, es fácil caer en uno de estos dos extremos:
Comprobar y buscar alivio
- Revisiones médicas, búsqueda constante de información en internet, hablar con amigos o familiares sobre los síntomas.
- Todo esto ofrece un alivio momentáneo… pero al poco tiempo vuelve la ansiedad.
Evitar verificaciones para no enfrentarse al miedo
- No ir al médico ni hablar del tema para evitar escuchar un diagnóstico temido.
- A corto plazo parece que ayuda, pero a largo plazo crece la ansiedad porque el miedo de base permanece.
Estudios recientes estiman que entre el 4% y el 9% de los adultos temen por su salud en algún momento de su vida. La ansiedad por enfermedad no es, por consiguiente, algo inhabitual.
Además, desde la llegada de Internet, cada vez más personas desarrollan lo que recibe la denominación de cyberchondria: ansiedad desencadenada o amplificada por búsquedas médicas online. De hecho, se estima que más del 40% de los españoles recurre a Internet para buscar información sobre su salud. Estas búsquedas frecuentes aumentan el nivel de preocupación y provocan un medio aún más intenso.
¿Qué puede ayudarte a salir de este bucle?
- Identificar y cuestionar los pensamientos catastróficos.
- Reducir la necesidad de comprobar síntomas.
- Aumentar la tolerancia a la incertidumbre.
- Técnicas como la regulación emocional, la atención plena (mindfulness) y el manejo del estrés son un complemento muy útil.
Conclusión
Es natural sentirse desbordado cuando la mente está llena de «¿y si…?». Saber que los médicos no han encontrado nada puede ser suficiente para calmar el miedo… durante un corto espacio de tiempo. Este no tardará en regresar, porque el miedo es una emoción y, como tal, no entiende de lógica.
Si notas que la preocupación por tu salud gana terreno y comienza a afectar cada vez más amplias de tu vida, ponte en contacto con un profesional. Las cosas pueden cambiar, pero cuando hablamos de ansiedad por enfermedad, es difícil que puedas de ese bucle tu solo o sola.